sábado, 1 de noviembre de 2014

Vino, Vidi, Vici



“Con esta expresión, el general y cónsul romano Julio César en el año 47 a.C., según Suetonio y Plutarco, describió la sensación de probar un vino español."
Y sí, fueron fenicios, griegos y romanos, los que introdujeron la vid en la península Ibérica.
Por Real Decreto de 22 de octubre de 1926 se creó el primer organismo de control de la Denominación de Origen Rioja, un Consejo Regulador al que se encomendaba la misión de delimitar la zona de producción del Rioja, controlar la expedición de las "precintas de garantía" y recomendar las medidas legales a adoptar contra los usurpadores y falsificadores de la marca Rioja. Su reglamento fue aprobado en febrero de 1928.
Pero es en los años 70, cuando se empieza a conocer en el mundo, la calidad de los vinos españoles.
Zona vitivinícola de La Rioja (España)
Y es La Rioja, con sus distintas zonas de cultivo –Logroño, Álava, Navarra- la que por mucho, más ha hecho por la internacionalización y reconocimiento de nuestros vinos.
Su mezcla de uvas de origen autóctono; Tempranillo, Graciano, Garnacha y Mazuelo, en proporciones muy estudiadas, su cuidada elaboración, su perfecta transformación y su excelente cuidado, produjeron unos caldos de excelente calidad, que obtuvieron reconocimiento mundial.
Hoy hay en España, 91 denominaciones de origen protegidas (DOP). Más que provincias.
Valdepeñas, que durante muchos años fue el vino de referencia en muchas tabernas y hogares españoles, es hoy en día una de las zonas que más vino vende y más vino exporta.
Ribera del Duero, que alcanzó una fama internacional muy merecida en los años 80, de la mano de Vega Sicilia y Torremilanos, basó su trabajo en la elaboración de vinos monovarietales, con la uva tempranillo o tinta del país como elemento fundamental de su éxito.
Otras denominaciones de origen o marcas, también de mucho éxito, como Somontano, elaboraron sus caldos con uvas de origen francés –Cabernet, Merlot, Syrah- obteniendo un vino de notable calidad, estructura, ároma y sabor.
No puedo citar aquí todas las denominaciones de origen que existen hoy en España, pero si destacar aquellas, que a lo largo de este tiempo, más han despertado en mí un interés más destacado, a saber: Toro, Valdeorras, El Priorato o Madrid.
Sin perjuicio de los vinos blancos, óptimos en ocasiones, es el vino tinto, el vino por excelencia.

Y mi recomendación de hoy, Viña Ardanza Reserva 2005, añada excelente. Un vino de La Rioja Alta, siempre exquisito, de uva Tempranillo (80%) y Garnacha (20%). Vendimia selectiva en cajas y transporte refrigerado. Tras las fermentaciones, los vinos pasaron a barrica en mayo de 2006. El Tempranillo permaneció 36 meses en roble americano de 4 años de edad media y la Garnacha, redujo su crianza a los 30 meses en barricas de 2 y 3 vinos de roble americano. Los vinos fueron trasegados manualmente en seis ocasiones. En julio de 2009 pasó a botella.
Rojo rubí, cubierto, capa media alta con borde naranja. Aroma vivaz, limpio e intenso, con notas balsámicas y especiadas de vainilla, nuez de coco y pimienta negra que permiten apreciar suaves aromas de frutas negras. En boca se presenta con buena estructura, equilibrado en acidez y alcohol, con unos taninos dulces y pulidos. En el largo retrogusto vuelve a aparecer la frescura de frutas negras acompañada de notas especiadas de maderas nobles.


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